martes, 31 de marzo de 2009

Evolución humana.

Con todo esto del aniversario de Charles Darwin, me ha hecho pensar en la evolución del ser humano.
¿Hemos evolucionado físicamente? ¿Intelectualmente?

A parte de la media de altura, somos iguales que hace miles de años. En mi opinión evolucionamos cómo sociedad. El sinergismo de los seres vivos es una característica básica de la evolución de las especies. La considero como un mecanismo más de la selección natural, dónde los individuos inadaptados a la sociedad tienen menos posibilidades de poder “sobrevivir” y en todo caso reproducirse, no perpetuando su inadaptación en el medio, tanto si es genética como aprendida. Todo comprendiendo como sociedad: “Agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida.”.

Nadie sabe que nuevos aspectos podrá adquirir la sociedad en continua evolución, pero está claro que está un poco atolondrada y sin unos objetivos claros. Dice Claude Lévi-Strauss que "la humanidad se instala en la monocultura; se dispone a producir civilización en masa, como cultiva la remolacha". También dice hoy que "es imposible no sentir nostalgia ante la tribu de los bororos, una sociedad que abolía el tiempo. ¿Qué deseo más profundo que el de querer el vivir en una suerte de presente que es un pasado revivificado sin cesar y mantenido tal como era a través en los mitos y las creencias?". Para él, "la sabiduría, de entrada, consiste en saber que su sociedad, para ser viable, tiene que ser poco numerosa. Cuando eran demasiados la tribu se dividía en dos. Y en comprender que el hombre no es predominante en la naturaleza, que comparte el mundo con otras especies del reino animal y vegetal. Nosotros bautizamos de supersticiosas, prácticas que no son otra cosa que su forma de expresión del respeto hacia el mundo que les rodea".

Entiendo al hombre, como un ser social por definición, Platón ya se refería a ello en sus diálogos de La República. Estamos unidos a una relación inevitable con nuestros congéneres. El determinismo nos aboca a ello, y eso que para mí, existencialista por vocación y el libre albedrío por cultura cristiana es fundamental para entender la vida, difícil de dirigir. Por eso mismo, considero que las verdaderas personas inteligentes son la que crean ideas innovadoras, ideas que pueden llegar a cambiar la dirección evolutiva de nuestra sociedad generalizada y globalizadora. Personas con visión y voluntad suficiente para luchar contra una sociedad deshumanizada.