viernes, 22 de mayo de 2009

Estimada Marta

En ocasiones tengo un fuerte deseo de pertenecer a ése grupo de agraciados, a los cuales la lotería les ha concedido mediante el azar, una desproporcionada e ingente cantidad de dinero. Quién no ha ambicionado esa riqueza para sí, sin más trabajo que el de malgastar la hacienda en un juego de pocas probabilidades de acierto. Pero cuando ves el bote de la semana en el cartel de la administración, con letras grandes, brillantes y provocativas, la imaginación corre en planificar el gasto de tanta fortuna. Pasan por la cabeza las ideas más dispares y agradables para disfrutar de una vida mucho más placentera.
Personalmente, mi novela de ficción sobre la inversión del dinero es un rato agradable. Pero cuando vuelvo a la realidad me doy cuenta que hace tiempo que ya me ha alcanzado la suerte en la otra lotería que es la vida. Me estremezco de goce al pensar en mi familia. La tómbola de los acontecimientos se presentó con la dádiva más preciada, una mujer maravillosa. Una persona con defectos y virtudes cómo todas, pero que amó con pasión. No fue un flechazo de novela rosa, lo cierto es que fue y sigue siendo un sentimiento de amor, cariño, adoración y pasión que aumenta con el tiempo. Con ella, creamos esa fascinante y agotadora familia que alza de alegría mi espíritu.
Yo ya soy un agraciado, la suerte ya me ha premiado. Soy feliz por ello.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Teoría conspirativa sobre C.

No hay nada más rápido que la velocidad de la luz, afirma la Relatividad Especial de Einstein. Pues lo que es a mí no me gustan las afirmaciones tan contundentes. A mi parecer no podemos probar, ni entender algo más rápido que C, éste argumento suena mejor, encaje o no en la teoría. Aunque la mecánica cuántica con su principio de incertidumbre, probabilidad quántica y variables desconocidas no deja claro si la interacción de las partículas pueda “viajar” más rápido que C. Bueno, ni los propios físicos tienen pajolera idea de cómo funciona esa “comunicación” tan especial.
Puestos a imaginar, que de momento todavía es libre y gratis, lanzamos la hipótesis que la velocidad de la luz, la famosa C, no sea constante. Ahí, con dos cojones bien puestos, mandamos a freír espárragos toda la teoría de la Relatividad y miles de comprobaciones científicas, el universo se vuelve del revés y el genio de Einstein se revuelve en su tumba.
Partimos de la base que soy un ignorante en física, lo que me permite decir las barbaridades más colosales sin tener que excusarme por ello, cómo los políticos en elecciones. Aclarado éste punto, seguimos con este desaguisado de ideas.
Según los científicos la luz no utiliza ningún soporte físico cómo medio de transporte, cómo lo haría por ejemplo el sonido. Ni tampoco la fuente emisora de la luz puede imprimirle más velocidad, es independiente del sistema inercial que lo observe, el resultado inalterable es C.
Cómo primer punto de la hipótesis, me acojo a la vieja teoría de principios del siglo XX, dónde la luz surca el espacio utilizando un medio de soporte llamado éter con cualidades sorprendentemente anormales que permiten la propagación de la luz a velocidad C. La respuesta a por qué no encontramos ninguna prueba de su existencia, no es sino la falta de conocimientos y tecnología adecuada.
Sigo a lo mío, en las nubes y con cuatro vuisquises de más entre pecho y espalda. Rizo el rizo y por qué no puede haber distintas calidades del tal éter modificando con ello la velocidad de la luz. Y adelantándome a la pregunta de por qué no se ha podido comprobar una velocidad diferente a la establecida. La respuesta es que no estamos en el estadio temporal y espacial adecuado. “¡UFFFF!”
Para explicarme mejor, la famosa ecuación E=m*C2 sólo funciona correctamente tras el Bing Bang, antes de dicha explosión sólo es papel mojado. Antes de la deflagración, la densidad de ése “punto” sería tan inmensurablemente grande que su comportamiento físico es ilegible con cualquier formula o teoría física. En ése preciso momento la velocidad de la luz es una variable de importancia relativa. Por lo que si la velocidad de la luz puede ser una variable según el medio donde se encuentre, no se puede aseverar que no podamos encontrar otra situación donde C no sea constante.