sábado, 4 de junio de 2011

FABER QUISQUE EST SUAE FURTUNAE


No hay más, somos la empresa de un periplo caduco, donde no hay más que el leve movimiento de dulces rayos apátridas que se funden en palabras. Como entender el infinito, si no soy capaz de entender mi final.  Perdemos la mitad de nuestra efímera existencia ignorándola, damos por hecho cosas maravillosas que por rutinarias se escapan de sentirlas. Caemos en una telaraña de movimientos inocuos donde malgastamos  y derrochamos energía, tiempo y sobretodo felicidad.

Cada hombre es el artífice de su propio destino, no hay excusa posible, ni escapatoria y sin remisión elegimos, mal o bien, qué más da. La libertad consiste en eso, en elegir. Con ello ya tengo bastante, no me formulo preguntas y no me postro ante nadie, ni siquiera ante los dioses.  Y si crees que exagero me remito al dicho Espartano que reza “si crees que tu espada es demasiado corta, acércate un paso más”.  

miércoles, 1 de junio de 2011

Correr...

Hizo un buen día, de ésos que aunque medio nublados, el sol no deja de calentar. Un día tranquilo sin más preocupación que el plácido movimiento de la familia. Y tocaba ir a correr. A veces ésas cosas vienen solas, no te las propones y aparecen ahí, sin más. Tocaba ir a correr por el placer de disfrutar ése día. Camiseta, shorts y zapatillas bien abrochadas, siguiendo ésa rutina que te enseñaron desde pequeño al anudar los cordones.


Música, selección para la ocasión… paciente, esperas como se carga el mp3 mientras miras por la ventana cómo el sol juega su interminable juego con las nubes. Listo… un “adéu” y a la calle. Ni siquiera te planteas por dónde ir, coges el viento de cara y dejas que te acaricie. En ésos momentos es cuando descorcho la botella, dejando salir de mi interior una imaginación desbordada.

Corres y corres, te sientes bien, te la traen floja los tiempos, el ritmo… no entrenas, disfrutas. Sientes cada músculo de tu cuerpo, te sientes vivo. Avanzas en una bacanal de sentimientos que te hacen entrar en comunión con ese entorno que te rodea, te integras en un sólo plano.

Suena ésa canción, la piel se eriza. Y cuando te das cuenta ya has subido ése repecho que tanto te cuesta.

Llegas a casa, estiras y el sudor resbala por el cuerpo, gotea y muere en un pequeño charco.

Te sientes bien, satisfecho.