lunes, 28 de diciembre de 2009

Detrás del valle.


La intención es por sí misma vacua e ineficaz, voluble en el tiempo y en el espacio. La finalidad es la amargura del sustantivo superlativo trasladado al ser, muerto de nacimiento e inmóvil de herencia.


Camino sin trazo y con retorno que nos lleva para volver a traernos con ausencia de dirección.


Omnipresente origen que nos envuelve en un manto de destino inalcanzable. Haz de luz que corre despacio buscando la muerte para florecer en pequeños matices incoloros.


¡Quieren comprender! ¿Él qué? La única conciencia está en el vacío, en la nada. Sabio es el que navega por la no-existencia y sin rumbo arriba al puerto de la vida. Sabio es aquel que no toma ninguna cosa en serio, ni siquiera a sí mismo.


Universo sin principio ni fin, chivo expiatorio del dolor humano. Amanecemos en él y perecemos sin saber de él.


La madurez nos llega cuando volvemos a la seriedad de nuestros juegos de infancia.