A
veces, en ocasiones, la noche es ingrata
no
por ser oscura, ¡no! Por que veo un reflejo,
mi
interior que reluce en el neón bicolor
de
los bares de alterne de carreteras perdidas.
Sin
darme cuenta quiero escapar, huir sin más
de
un portazo mal dado, huir sin saber adónde.
Viajar
allí dónde vive el olvido y la negligencia,
allí
donde conviven sicarios y fugitivos del futuro.
Huida
que sólo, más que nunca
se
vuelve presente provisional y huraño.
Soliloquio
en pluscuamperfecto de un baile
de
mascaras que nunca llega a su fin.