miércoles, 22 de diciembre de 2010

Una botella de bourbon, una teoría más...


Hay cosas que se aprenden con el tiempo, como no mear empalmado contra el viento, no preguntar a una mujer si está preñada, limpiarse con la cortina… ¿Pero cómo dejar de pensar?, ¡uff!
¿En qué piensa uno cuando deja de pensar?
Realmente es posible detener completamente nuestro pensamiento.
Cogito ergo sum.
¿Dejaríamos de existir?
No, la prueba está en algunos de nuestros políticos, encefalograma plano pero existen, y el por saco que dan.
El acto de pensar, por sí mismo, no es cosa baladí. Es una acción, es el resultado de hacer, por lo que se necesita una intención. Intención que supuestamente está motivada, pongamos por un deseo. Tengo que advertir que esto es filosofía barata, pero como yo soy el filósofo, mis argumentos son tan válidos como yo quiera presuponer. Por lo tanto, lo que mueve nuestros pensamientos son un continuo vaivén de anhelos. Si aplicamos el pensamiento cartesiano, adaptándolo a un estilo casero propio, como las albóndigas de mi madre, entonces obtenemos un deseo, luego existo. ¡Ojo! Que esto ya me empieza a poner cachondo. Ahora, para que uno exista, tiene que estar, hallarse y por lo menos tener vida. Con un poco de ligereza volvemos a un deseo, luego vivo. No contento de la transformación, aplicando la lógica de preposiciones; y denominamos al deseo como antecedente y al vivir como consecuente.


Desear -> vivir “Si deseo entonces vivo”


Por lo que, si no tengo ese deseo primario, no puedo vivir.


¬ Deseo -> ¬ vivir “si no deseo entonces no vivo”


Por lo que el inicio de la vida es el deseo, ¡Coño! Eso ya lo decía mi abuelo, vigila con desear a una mujer, que después te puedes llevar una sorpresa. En fin, a lo que iba, que ya me estoy perdiendo.
Si el deseo, es tangible y “real” ¿de dónde procede? ¡Un aliento divino! No, no me lo paso, demasiado fácil. De dioses, hay hasta coleccionables enteros sobre mitología con argumentos más molones que éste.

Pero si a todo este embrollo añadimos una frase de Charles Chaplin La vida no es significado; la vida es deseo”. Entonces el deseo se entrelaza con la vida, siendo como un motor, una inercia sin la cual no podemos ser. Por lo que cuando hablamos de la muerte, se podría entender la ausencia de ese deseo. Se desvanece el deseo de vivir por un anhelo de muerte.

O más bien también pierde inercia ese deseo y muere o no, quien sabe a lo mejor también está sujeta a la segunda ley de de la termodinámica, y la insuperable tendencia a la entropía, no le deja más remedio que en un acto de sumisión seguir creando vida. Yo personalmente me quedo con lo último, serán mis raíces cristianas o que soy un sentimental, o simplemente debo dejar el Four Roses. ¡Qué más da!

Me apetece una teoría, donde creer que desde el principio de los tiempos, desde el bing bang viaja con nosotros un deseo de vida de una intensidad tan irrefrenable que ni siquiera nosotros, como parte del mismo, seamos capaces de entender. Sin más finalidad que la creación por sí misma.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El septimo sello.


Y el caballero juega a ajedrez con la muerte.

Rara vez, texto e imágenes se combinan de forma tan magistral para formar un film. El propio nombre del caballero, Anthony Block, ya da la primera señal de su identidad. El hombre, su eterna búsqueda de Dios y la muerte como única seguridad.
Un lienzo del juicio final en movimiento, una pintura que se hace notar con la belleza de “travelling’s” regulares y uniformes.
Bergman utiliza mucha simbología para representar el existencialismo, la incesante búsqueda del hombre por encontrarle sentido a la vida. Como se refleja en el dialogo de Block con la Muerte.

—Y, a pesar de todo, no quiere morir.
—Sí, sí quiero.

—Entonces, ¿qué espera?

—Saber qué hay después.

—Busca garantías.

—Llámelo como quiera. ¿Por qué la cruel imposibilidad de alcanzar a Dios con los sentidos? ¿Por qué escondernos en una oscura nebulosa de promesas que no hemos oído y milagros que no hemos visto? Si desconfiamos una y otra vez de nosotros mismos. ¿Cómo vamos a fiarnos de los creyentes? ¿Qué va a ser de los que queremos creer y no podemos? ¿Por qué no logro matar a Dios en mí? ¿Por qué sigue habitando en mi ser? ¿Por qué me acompaña humilde, a pesar de mis maldiciones que pretenden eliminarlo de mi corazón? ¿Por qué sigue siendo una realidad, que se burla de mí y de la que no me puedo liberar? ¿Me escucha? —Lo escucho.

—Yo quiero entender, no creer. No debemos afirmar lo que no se logra demostrar. Quiero que Dios me tienda su mano, vuelva su rostro y me hable.

—Pero continúa en silencio.

—Clamo a él en las tinieblas y nadie contesta a mis clamores.

—Tal vez no haya nadie.

—Entonces la vida no tendría sentido. Nadie puede vivir mirando a la muerte y sabiendo que camina hacia la nada.

—La mayoría de la gente no piensa en la muerte ni en la nada.
—Un día, llegan al borde de la vida y deben enfrentarse a las tinieblas.

—Sí. Y cuando llegan...
—Calle. Sé lo que va a decir. Que el miedo nos hace crear una imagen salvadora. Y esa imagen es lo que llamamos Dios.

—Lo noto preocupado.


La angustia existencial y vacío del caballero que se abren paso a través del Apocalipsis de San Juan, al son de sus siete trompetas. Y a su lado el Carpe Diem de su escudero con sus ganas de vivir.

Una partida de ajedrez, que como la vida misma, cuando termina todas la piezas, grandes y pequeñas, van a parar a la misma caja.

sábado, 27 de noviembre de 2010

AMITDE


Alternancia Multiple de Intervalos Temporales en Diferentes Espacios.


Si aplicamos un AMITDE sobre un sujeto, éste desaparece sin más. En cambio si lo aplicamos en un pensamiento se traduce en imaginación pasada, presente y futura.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Cada día más anarquista.....

Me siento anarquista de corazón, anarquista hormonal, cómo diría Saramago.
Pero no un revolucionario, soy demasiado escéptico para creer en grandes frases e ideales, esas sólo traen grandes desilusiones y sufrimientos, las revoluciones son siempre charlatanas. Cómo George Bernad Shaw, opino que las revoluciones nunca han aligerado el peso de las tiranías, sólo lo han cambiado de hombros.

No trato de cambiar el mundo, ¡dios me libre! Me conformo con aceptarlo y al menos me cambie lo menos posible. Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, yo me limito a ignorar las reglas del juego establecidas lo máximo posible. Cosa extraña, por mi profesión, pero el mundo esta lleno de contradicciones que resaltan lo colorido de una existencia plena.
Creo en poca cosa, y eso me hace ser más receptivo en las creencias de los demás. He aprendido, cómo Saramago, que no se debe intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.
Sueño despierto en un mundo de aventuras, donde Corto Maltes, enciende su pitillo con tranquilidad y el mundo rueda lentamente.
Porque el sueño más real es aquel más distante de la realidad, aquel que vuela solo, sin necesidad de velas ni de viento.