viernes, 22 de mayo de 2009

Estimada Marta

En ocasiones tengo un fuerte deseo de pertenecer a ése grupo de agraciados, a los cuales la lotería les ha concedido mediante el azar, una desproporcionada e ingente cantidad de dinero. Quién no ha ambicionado esa riqueza para sí, sin más trabajo que el de malgastar la hacienda en un juego de pocas probabilidades de acierto. Pero cuando ves el bote de la semana en el cartel de la administración, con letras grandes, brillantes y provocativas, la imaginación corre en planificar el gasto de tanta fortuna. Pasan por la cabeza las ideas más dispares y agradables para disfrutar de una vida mucho más placentera.
Personalmente, mi novela de ficción sobre la inversión del dinero es un rato agradable. Pero cuando vuelvo a la realidad me doy cuenta que hace tiempo que ya me ha alcanzado la suerte en la otra lotería que es la vida. Me estremezco de goce al pensar en mi familia. La tómbola de los acontecimientos se presentó con la dádiva más preciada, una mujer maravillosa. Una persona con defectos y virtudes cómo todas, pero que amó con pasión. No fue un flechazo de novela rosa, lo cierto es que fue y sigue siendo un sentimiento de amor, cariño, adoración y pasión que aumenta con el tiempo. Con ella, creamos esa fascinante y agotadora familia que alza de alegría mi espíritu.
Yo ya soy un agraciado, la suerte ya me ha premiado. Soy feliz por ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario