miércoles, 25 de marzo de 2009

¿Qué hacemos aquí?

La intención de este escrito es no tenerla, es decir, escribir, dar forma y decorar, incluso adulterar las ideas que rondan en ésta, mi cabeza. Meditaciones que tengo que plasmar necesariamente sobre papel, ¿papel?. Bueno si somos tan puristas, en el teclado, a impulsos electromagnéticos impersonales y normalizados en estilo de letra Times New Roman tamaño 14. La cuestión es que la neurona núm. 423.569 B, que dirige el tráfico entre el tálamo y el giro cingulado, ha decidido por cuenta propia, digamos que ha ido a su puto rollo, desviar sin previo aviso la ruta genérica de sinapsis neuronal del tálamo al cerebelo con un paseo turístico incluido y a pensión completa por la glándula pineal. Hecho, acción inédita que produce la alteración del comportamiento espacial del susodicho, para que nos entendamos todos, que alucino pepinillos en versión tripi mitshubichi (pastilla LSD cristal con anagrama de la citada marca, que según tengo entendido distorsiona la percepción de la realidad "un mazo") .
Problema o no, el resultado es que me gusta replantearme preguntas milenarias, las de siempre, las de: ¿Qué somos? ¿Hacía dónde vamos? Etc… Leo, cosa rara en estos tiempos que corren, busco realidades relativas en física y verdades personales en el camino del Zen, intenciones en el libre albedrío de la fe católica y guisantes en el pantalón que se han caído deliberadamente del plato buscando la disputa con un par de fideos extraviados en la zona.Y lo único que encuentro cómo algo certero, son mis propias dudas, tan reales cómo mis imaginaciones. En tal entorno de análisis retrospectivo, inconformista y desordenado, entro sin poder evitarlo en un camino nihilista sumamente peligroso. Me acerco a la conclusión de qué la existencia humana no posee de manera objetiva ningún significado aparente, propósito o valores supremos. Es decir a la mierda con el dogma y su puta madre. Me encuentro cómo Zaratustra, camino entre los hombres como entre fragmentos de futuro.
"Soy cómo soy, sin justificación", dijo la luz al gemelo de la paradoja. El gemelo después de veinte años viendo correr el reloj sincronizado agitó su mano violentamente.
¡Entonces eres como la nada que permite todo!

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